El fallecimiento de Ismail Haniyeh, dirigente político de Hamas, conmocionó a la organización y a todo oriente medio. Haniyeh, de 62 años, había emergido como uno de los líderes más visibles del grupo durante la «reciente» confrontación con Israel.
Nacido en un campo de refugiados cerca de Gaza, Haniyeh se unió a Hamas a finales de la década de 1980, durante la Primera Intifada. Tras ser encarcelado y deportado, ascendió en las filas de la organización, convirtiéndose en 2017 en el jefe político del grupo, designado como «terrorista global» por Estados Unidos.
La muerte de Haniyeh en Teherán plantea interrogantes sobre el futuro de las complejas negociaciones con Israel. Por lo cual analistas advierten que su deceso tendrá una «influencia sustancial» en el curso del conflicto, en un momento en que las partes intercambian culpas y las esperanzas de un acuerdo parecen cada vez más lejanas.
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Israel: Tan firme como siempre
Israel no ha confirmado ni negado estar involucrado en el deceso de Haniyeh. No obstante, Benjamin Netanyahu fue contundente en las declaraciones realizadas este miércoles. En las mismas afirmó que su país está «preparado para cualquier escenario» y ha asestado «golpes aplastantes» a sus enemigos. «Ajustaremos cuentas con cualquiera que nos haga daño, cualquiera que masacre a nuestros niños, cualquiera que as***ine a nuestros ciudadanos, cualquiera que haga daño a nuestra nación, la sangre correrá por su cabeza», advirtió el Primer Ministro de Israel.
A finales de julio Benjamin Netanyahu recibió una ovación de pie del Congreso de Estados Unidos. Con una intervención de poco más de 50 minutos, el político se mostró seguro de sí mismo y, sobre todo, dispuesto a continuar su operación en Palestina. De acuerdo con diversos medios de prensa esta visita era fundamental para las perspectivas de un alto el fuego en Gaza.