Las ciudades santuario en Estados Unidos, como Los Ángeles, Nueva York, Houston y Chicago, que han adoptado políticas locales más amigables hacia la migración, se han convertido en refugios para migrantes indocumentados. Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha presentado un desafío significativo para estas urbes.
El término «santuario» tiene sus raíces en la Edad Media, cuando los monasterios ofrecían protección a quienes huían de la persecución. En el contexto moderno, comenzó a utilizarse en Estados Unidos en las décadas de 1980 y 1990, cuando grupos religiosos y activistas ayudaron a migrantes de Centroamérica a escapar de regímenes dictatoriales. Según el sociólogo Ernesto Castañeda, estas ciudades se autodenominan «santuarios» como un símbolo de tolerancia, aunque no existe una definición legal clara.
Las políticas de colaboración entre las autoridades locales y las agencias federales de migración son clave en esta dinámica. En ciudades como Nueva York, no es obligatorio que la policía local notifique a las autoridades migratorias cuando detiene a un indocumentado. En contraste, en muchas jurisdicciones del sur, predominantemente gobernadas por republicanos, se busca una cooperación más estrecha con las agencias federales. Esta variabilidad crea un mosaico de políticas que pueden cambiar de una ciudad a otra.
Sin embargo, vivir en una ciudad santuario no garantiza inmunidad ante las redadas migratorias. Los indocumentados pueden ser deportados si son detenidos por algún delito, y las agencias federales tienen el derecho de realizar operaciones en cualquier lugar, incluidos espacios públicos y privados. Castañeda aclara que no hay una ciudad que sea completamente «santuario», ya que las agencias como ICE pueden actuar en cualquier momento.
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Chicago: El punto más vulnerable para los migrantes
Chicago ha estado en el centro de atención tras la llegada de Trump, que firmó órdenes ejecutivas para desmantelar protecciones que antes resguardaban a migrantes en lugares sensibles como escuelas y hospitales. Durante un reciente operativo, se llevaron a cabo redadas en Chicago y otras ciudades, lo que ha generado temor entre los residentes indocumentados. La reverenda Tanya Lozano expresó que «ya tenemos niños que tienen miedo de ir a la escuela».
A medida que las redadas continúan, la comunidad migrante en Chicago se siente cada vez más vulnerable. Aunque las deportaciones no son un fenómeno nuevo, la atención mediática ha aumentado, resaltando la urgencia del asunto. Castañeda advierte que, si bien las deportaciones han ocurrido bajo administraciones demócratas, las estrategias actuales de Trump parecen buscar una ejecución más agresiva y rápida.
En suma, las ciudades santuario se enfrentan a un dilema: mientras buscan proteger a sus comunidades, también deben lidiar con la presión de una administración federal decidida a implementar políticas de deportación estrictas. Chicago, en particular, se ha convertido en el campo de batalla de esta lucha, simbolizando tanto la esperanza como la incertidumbre de los migrantes indocumentados en Estados Unidos.
Chicago is proud to support our veterans year-round and resources like the Veterans Services Center at Kennedy-King College play a vital role. Thank you to all who serve, and to those who make these vital services possible. pic.twitter.com/M5cOOSIglg
— City of Chicago (@chicago) January 15, 2025