En un contexto como el que vive el mundo hoy hablar de felicidad es casi un lujo. El día a día está plagado de frentes bélicos en distintos continentes, y la pobreza y el hambre sellan el destino de millones de personas. No obstante, es válido tener presente que alcanzar ese estado de bienestar y seguridad no es un imposible.
Es quizá, por ello, que ese año celebrar el Día Internacional de la Felicidad sea más importante que antes. Como cada 20 de marzo, en distintos lugares del orbe esta jornada se transforma en una oportunidad para reflexionar sobre qué nos hace felices. Pero sobre todo, cómo podemos extender ese sentimiento en nuestras vidas y en la sociedad en general.
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Día de la Felicidad: ¿Por qué lo celebramos?
La iniciativa de dedicar una fecha a celebrar la felicidad y resaltar su valor en la vida de los seres humanos partió de una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En 2013 el organismo internacional estableció el 20 de marzo como la fecha para reconocer este estado de bienestar como digna aspiración de los seres humanos.
Pero, ¿por qué este día? La respuesta es bien sencilla. El 20 de marzo marca el equinoccio de primavera en el hemisferio norte y el equinoccio de otoño en el hemisferio sur. Un momento de equilibrio y armonía perfecto de la naturaleza. De ahí que esta jornada le aporte un valor simbólico a la celebración.
Amén de las diferentes nacionalidades y culturas, el Día de la Felicidad es festejado a nivel global. Se trata de una jornada que llama a la reflexión, la gratitud y la promoción de acciones que contribuyan al bienestar individual y colectivo. Por tanto, hoy es un día ideal para reflexionar en cómo ser feliz y hacer felices a los otros.