Haití vuelve a las portadas de la prensa internacional. A las coberturas de lo que ocurre en la Franja de Gaza y en Ucrania, se une los sucesos en el país más pobre del mundo, donde la violencia ya tomó la forma de una guerra. Haití y su «eterna desgracia» vuelven a ser «preocupación» para el mundo.
Puerto Príncipe es un espacio de combate, donde la vida se reduce a los intentos de esquivar una bala. Los ataques sistemáticos de las pandillas han transformado la ciudad. La misma que, antes de estos niveles de violencia, ya clamaba por la ayuda de los ricos y por la clemencia de los dioses.
Al decir de Naciones Unidas ya las pandillas controlan el 80 % de la capital. Entre las acciones que han llevado a cabo se encuentran la liberaración a miles de reclusos, el ataque a varias entidades «de gobierno» y la quema de comisarías policiales.
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¿Es posible la paz en Haití?
Algunos líderes de las pandillas decían que su objetivo era derrocar al «gobierno de turno». Por tanto, la noticia más importante a esta hora, en ese sentido, es que el primer ministro de Haití, Ariel Henry, anunció su dimisión. Algo que hasta Estados Unidos había «pedido».
El asesor del primer ministro saliente, Jean Junior Joseph, confirmó la dimisión de Henry en declaraciones a CNN, pero subrayó que sólo dejará el cargo cuando se forme un nuevo gobierno interino.
De concretarse, resta por ver qué rumbo tomarán los acontecimientos. Aún así, lo que el mundo no quiere ver es que Haití es más que está circunstancias ¿La ilusión de la «paz»? Puede ser. Pero ¿y la ilusión de una vida?
Un reporte de la ONU acotó que en 2023 hubo más de 4500 víctimas de homicidio y más de 8000 personas fueron afectadas por la violencia de las pandillas.