Las elecciones en Estados Unidos se desarrollan cada cuatro años, el martes posterior al primer lunes de noviembre. Es un proceso complejo, extenso y de varias etapas. De acuerdo con la Constitución del país, para convertirse en candidato a la presidencia es imprescindible ser ciudadano de EE.UU. por nacimiento, haber cumplido los 35 años y haber vivido en el territorio nacional 14 años.
Los debates de las elecciones primarias y las reuniones privadas de los partidos políticos, también conocidas como caucus, son la arrancada de este largo camino. En las primarias, que tienen lugar entre seis y nueve meses antes de las presidenciales, los votantes eligen a su candidato de forma anónima y secreta. Debido a que estas se rigen por los gobiernos estatales y locales, el estado toma en cuenta sus resultados para otorgar una determinada cantidad de delegados a los ganadores.
Los delegados pueden ser miembros activos del partido, líderes y personas que apoyan al candidato del partido. Además, existen los superdelegados (delegados no comprometidos). El grupo seleccionado participa en la convención nacional del partido, donde los delegados comprometidos deben apoyar al candidato que se les asigna en las primarias o caucus, mientras los superdelegados pueden apoyar al candidato presidencial de su preferencia.
Te puede interesar: Estados Unidos: The Washington Post «cerró» la puerta a Kamala Harris
Estados Unidos decide
En tanto, el candidato ratificado en la convención nacional anuncia su compañero de fórmula para el cargo de vicepresidente. «El total de votos del Colegio Electoral determina al ganador, no la pluralidad estadística o la mayoría que un candidato pueda tener en el total de votos populares nacionales», explican desde el Gobierno de EE.UU, y reseña RT, con lo cual recuerda, además, que en 2016, 2000 y un par de veces más se registraron situaciones en las que el candidato que obtuvo la mayor cantidad de votos a nivel nacional no ganó las elecciones presidenciales.