Emma Stone no es la actriz del momento y los cinéfilos lo saben. La interprete y productora estadounidense ha hecho una impresionante carrera en la industria cinematográfica y, con 35 años, ya tiene un nombre propio en el séptimo arte. Su segundo Premio Óscar es la reafirmación de su fabulosa trayectoria.
La ceremonia más importante del cine no dejó demasiadas sorpresas. En este sentido, la estuatilla de Stone no es una excepción. Quienes pudieron disfrutar de Poor Things comprendieron que no solo estaban frente a una gran película, sino que disfrutaban de una de las mejores actuaciones de la nacida en Arizona.
Este año, en la categoría de Mejor Actriz, compitió con Lily Gladstone de «Killers or the Flower Moon». Además, con Annette Bening de «Nyad», Carey Mulligan de «Maestro» y Sandra Hüller de «Anatomy of a Fall». Sin embargo, en pocas ceremonias la ganadora ha estado tan clara. Ciertamente, no hubo polémica ninguna.
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Emma Stone y un percance singular
Además de sus aplaudidas dotes interpretativas, Stone disfruta de una gran belleza física, que sabe lucir con mucho rigor. Por tanto, su nombre aparece siempre en la lista de las mejores vestidas. La noche del domingo, donde todos los focos se colocaron -como es habitual- sobre los nomindados, no fue la excepción.
Sin embargo, allí vivió un momento inesperado, que ella misma confesó. «Mi vestido está roto», comentó, mientras se dirigía a recibir su premio, e inició el discurso de aceptación explicando la situación de su prenda, de la firma Louis Vuitton. No obstante, este incidente no le quito ni un ápice de brillo a su gran noche.
De hecho, al decir de la prensa que cubrió el evento, ya Stone había “deslumbrado” en la alfombra roja fuera del Teatro Dolby de Hollywood con su look Vuitton personalizado, que presentaba un corpiño strapless y detalles en forma de concha. Además, esto ya le ha ocurrido a otras celebridades en diferentes ocasiones.