Un año después de haber propuesto la primera norma nacional de agua potable para «sustancias químicas para siempre», la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos finalizó un grupo de regulaciones, enfocadas, principalmente, en seis sustancias perfluoroalquilos y polifluoroalquilos, también conocidas como PFAS.
«Aunque existen miles de PFAS, según los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), bajo la nueva norma, los sistemas de abastecimiento de agua tendrían que controlar seis sustancias químicas específicas, notificar al público los niveles de PFAS y trabajar para reducirlos si los niveles superan la norma permitida», reseña CNN.
Aún con regulaciones establecidas, no significa que el panorama respecto al uso de estas sustancias químicas vaya a cambiar de un día para otro. De acuerdo con Melanie Benesh, vicepresidenta de asuntos gubernamentales del Environmental Working Group, las empresas de servicios públicos que suministran agua tendrán un plazo de hasta tres año para implementar los nuevos estándares.
Además, explicó que las normas no se aplicaran al agua de pozo, de la que se benefician cerca de 43 millones de personas en el país, según estadísticas del Servicio Geológico de Estados Unidos. Y tampoco, por ahora, a las instalaciones de fabricación que utilizan PFAS para crear productos.
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Estados Unidos: Los riesgos de las sustancias nocivas en el agua
Por solo citar un ejemplo, una de las PFAS más comunes son los antiadherentes. Esta sustancia está presente en Estados Unidos, no solo en los sistemas públicos de agua, sino también en la buena parte de las industrias. Una de las recomendaciones más eficientes que los especialistas sugieren a los consumidores es adquirir filtros de agua para el grifo pues. De acuerdo con diversas pruebas, los filtros de tipo ósmosis inversa pueden eliminar una amplia gama de contaminantes.
Se ha demostrado lo dañinas que pueden llegar a ser las PFAS para el organismo. Diversos estudios las relacionan las con problemas de salud graves como cáncer, colesterol alto, alteraciones hormonales, daño hepático, obesidad, problemas de fertilidad y tiroides.