Aunque en los últimos dos años más de un millón de cubanos han sumado su nombre a la larga lista de emigrados, la situación para los que se quedan no percibe mejoría. La lógica pudiera indicar que con una población efectiva de menos de 10 millones, cuando antes era de poco más de 11, los recursos estarían mejor repartidos. En su lugar, las noticias de Cuba reflejan un aumento de la inflación, los cortes eléctricos, el hambre y el déficit habitacional.
Esta último punto en particular ha sido víctima de un retroceso sin precedentes. En palabras, como plasma la Constitución de 2019 “todas las personas tienen derecho a una vivienda adecuada y a un hábitat seguro y estable”, todo es bonito. Sin embargo, las cifras muestran una realidad muy diferente. Los ínfimos niveles de ejecución en el sector de la construcción llevaron a que 2023 fuese el año con menor número de casas terminadas en el país. En tanto, el déficit habitacional -según las fuentes oficialistas- es de 856 500 viviendas.
De continuar este ritmo de ejecución, de acuerdo con estimaciones del Ministerio de la Construcción, cada territorio del país necesitaría entre dos décadas y cientos de años para suplir la demanda de viviendas necesarias. Las noticias de Cuba enfatizaron que, en el caso de la capital, el número de años indispensable para concluir laa viviendas requeridas asciende a más de dos mil doscientos.
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Noticias de Cuba: el entramado del problema de la vivienda
En 2018 el gobierno presentó su política de vivienda. En ella se establecía la aspiración de acabar con el déficit habitacional en una década. 2019 vio el inicio de verdaderos esfuerzos rumbo a este objetivo, erigiendo 44 566 viviendas. No obstante, la crisis sanitaria de la Covid, la crisis económica agudizada, junto con gestiones incapaces a todos los niveles, llevaron a que solo cuatro años después, en 2023, la cifra de viviendas concluidas representara un 36 por ciento de la de 22019.
Lo peor del tema del déficit habitacional es que tiene un impacto extendido en el tiempo. Por un lado obliga a que diferentes generaciones tengan que convivir en un mismo espacio ante la imposibilidad de adquirir una nueva vivienda. Mientras, esto incide directamente en el baja tasa de fecundidad y natalidad del país en un contexto en el que las noticias de Cuba respecto al índice de envejecimiento poblacional no son nada halagüeñas.
Al problema del déficit habitacional se suma además el creciente descontento popular. Las decisiones gubernamentales de seguir construyendo hoteles que no logran llenarse mientras la población sobrevive en viviendas afectadas por fenómenos meteorológicos desde hace años, en edificios con peligro de derrumbe o en casas de madera y piso de tierra, no responden a lógica alguna. Mientras eso sucede, la apatía y desprecio de los cubanos por el régimen actual sigue royendo los cimientos del país.