El próximo 14 de junio dos de los hombres más influyentes del mundo se verán las caras en Italia. El Papa Francisco y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden tendrán su segundo encuentro en el contexto de una reunión del G7 a la que el sumo pontífice asisitirá en calidad de invitado.
El Papa Francisco se reunirá también con una decena de líderes mundiales. Entre estos destacan los presidentes de Francia y Brasil, Emmanuel Macron y Lula da Silva, respectivamente. El tema central del discurso de Su Santidad versará sobre la inteligencia artificial (AI). No obstante, se espera que el tópico de los conflictos armados en Gaza y Ucrania ocupe buena parte de su agenda en el evento.
De ahí entonces que el tête-a-tête entre Biden y el Papa Francisco sea uno de los elementos más anticipados de la reunión. Se trata de dos posturas radicalmente opuestas e igual de poderosas. Por un lado el jesuita argentino ha llamado repetidamente a un alto al fuego en Gaza, llegando a calificar los actos allí comentidos como un genocidio. Mientras, Biden como la otra cara de la moneda, está al frente de una administración que ha sido sumamente vocal y activa en su apoyo a Israel.
Con respecto a Ucrania ocurre algo bastante similar. Las diferencias de criterios entre ambos líderes es abismal. El cabeza de la iglesia católica aboga por una pronta resolución del conflicto implicando, de ser necesario, una rendición por parte de Ucrania. En el otro extremo, Joe Biden se ha unido a los gobiernos de Francia y Reino Unido en su apoyo armamentista a las tropas de Zelensky.
Joe Biden y el Papa Francisco se verán las caras: ¿qué se puede esperar de ese encuentro?
Aunque son muchas las conjeturas sobre lo que pueda abordarse en el encuentro entre Biden y el Papa, a ciencia cierta no será de conocimiento público. De acuerdo con un comunicado de la Casa Blanca, la conversación será sin cámaras ni medios de comunicación.
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Entre los puntos en común que tienen ambos líderes y que pueden ser objeto diálogo, están los esfuerzos conjuntos entre El Vaticano y el gobierno de Biden por repatriar cerca de 20 mil niños ucranianos víctimas de la guerra. Además, pese a las diferencias, ha sido claro que las comunicaciones entre la Santa Sede y la administración de Biden fluyen de manera respetuosa.