Para Gabriel García Márquez el periodismo era el mejor oficio del mundo. Para muchos de los que han hecho de la profesión su sacerdocio, también lo es. Sin embargo, todavía hoy, en pleno siglo XXI, la “romantización” del ejercicio periodístico minimiza ¿cómo no? los terribles riesgos que implica. Una prueba de ellos es la vida de Terry Anderson.
El «corresponsal trotamundos» de The Associated Press –reseña Infobae– se convirtió en uno de los rehenes estadounidenses que más tiempo permaneció cautivo después de ser secuestrado en una calle de Líbano en 1985, y retenido durante casi siete años. Una vida de “leyenda”, con la que sueña cualquier estudiante de periodismo, pero que deja heridas que no cierran nunca.
En su exitosa autobiografía, “Den of Lions” (“Guarida de leones”), Anderson, narró su secuestro y posterior cautiverio a manos de extremistas islámicos. «Pertenece al estante de los clásicos sobre cómo sobrevivir a la degradación con dignidad e incluso con humor», ha dicho la crítica del texto, definido, además, como «desgarrador» y «conmovedor».
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Terry Anderson: El adiós de una leyenda del periodismo
“Terry estaba sumamente comprometido con el periodismo presencial sobre el terreno y demostró una enorme valentía y determinación, tanto en su periodismo como durante los años que permaneció cautivo. Apreciamos enormemente los sacrificios que hicieron él y su familia como resultado de su trabajo”, dijo Julie Pace, vicepresidenta sénior y directora editorial de la AP.
Según ha trascendido, Anderson falleció el domingo en su residencia de Greenwood Lake, Nueva York,. Su hija Sulome Anderson, señaló que murió por complicaciones de una cirugía reciente de corazón. Al periodista le sobreviven otra hija, Gabrielle Anderson, de su primer matrimonio; su hermana Judy Anderson, y su hermano Jack Anderson.