En medio de la crisis energética sin precedentes que atraviesa América Latina, Uruguay marca la diferencia. El país andino se alza como el pionero de la transición a la energía “verde” en el continente. En tanto, años de un trabajo constante y meticulosamente estudiado le han permitido a la nación transformar su matriz energética y con ello garantizar una soberanía envidiable.
Al día de hoy, un 98 por ciento de la generación eléctrica en Uruguay se obtiene a través de fuentes renovables. Su explotación de las hidroeléctricas, parques eólicos, biomasa y energía solar deriva en cifras sostenibles para el servicio de todo el país y la exportación de electricidad. Algo que en buena medida ha tenido que ver con el aprovechamiento de las condiciones naturales de la región, pero también con la voluntad política y la adecuación de disposiciones para la inversión en el sector.
El positivo resultado de Uruguay en el uso de la energía renovable lo sitúa a la par de naciones como Nueva Zelanda, Noruega Islandia y Bután. Solo este dato pudiera servir para ilustrar el contexto ideal que ha logrado el país sudamericano. Sin embargo, si se tiene en cuenta que en 2008, cuando despegó la explotación de las energías limpias, Uruguay enfrentaba una situación energética crítica, el logro resulta aún más impresionante.
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Uruguay: Modelo para el continente
El físico a cargo del cambio en la producción energética nacional, Ramón Méndez, ha asegurado que se trató de un proyecto “loco”. Paradójicamente, casi 17 años después, esa iniciativa representa la independencia del país en un entorno marcado por una crisis económica y electroenergética generalizada en el continente.
Y no es que el costo de esta transición haya sido barato, nada más lejos de la realidad. Pero sí es significativa la inteligencia con que se trabajó, dando margen de inversión a empresas privadas a través de asociaciones que, a la larga, han beneficiado a todos. Además, otro punto a favor de la sostenibilidad de este proyecto fue la creación de políticas públicas que garantizaran su continuidad amén de cambios en el gobierno.
Aunque el contexto energético actual en Uruguay es sin dudas positivo, la nación está dispuesta a seguir promoviendo el desarrollo de su modelo. Así entra a jugar la nueva meta, una planta de hidrógeno verde que debe estar en funcionamiento en los próximos dos años. Una nueva apuesta por la energía limpia que refuerza el compromiso del país con el cambio en la generación eléctrica.