El Sistema de Atención a la Familia (SAF) es uno de los rostros menos mediáticos -pero más definitorios- de la crisis sistémica que atraviesa Cuba. De acuerdo con el Ministerio de Comercio Interior (Mincin), “el SAF es un programa integrado por unidades gastronómicas, cuya actividad básica es prestar servicios de alimentación a adultos mayores, personas con discapacidad, casos sociales y otros con insuficiencia de ingresos y carentes de familiares obligados en condiciones de prestar ayuda”.
Sin embargo, como es característico en Cuba, lo que en papel se parece bastante a la felicidad, la realidad lo degrada hasta convertirlo en letra muerta. Desde hace décadas, mucho antes de la situación en que derivó la Mayor de las Antillas tras el impacto de la pandemia, los SAF daban señales de decadencia.
A las preocupaciones sobre la cantidad, la calidad y la variedad de las ofertas gastronómicas se sumaban las denuncias por malos tratos hacia los comensales o por robo de los alimentos que se debían suministrar. A todo ello se agregaban deficiencias organizativas relacionadas con la ubicación de los comedores, a veces demasiado distantes de los asistenciados.
Tal y como opera la ineficacia del sistema estatal cubano, la situación de los SAF quedaba en segundo plano respecto a las “prioridades” de un país que terminó de desmoronarse con la COVID-19. Hoy, con la mayor crisis económica de la nación en medio siglo y el desplome de todos los sectores, los “programas de la Revolución” no son ni la sombra de lo que fueron, menos de lo que aspiraba a ser.
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Cuba: “Los Juegos del Hambre”
Durante su rendición de cuentas a la Asamblea Nacional, desarrollada el pasado mes de julio, Betsy Díaz Velázquez, titular del Mincin, explicó que el Sistema de Atención a la Familia beneficia con dos comidas por día a 64 mil personas en 1 448 establecimientos en todos los municipios del país. “Las mayores dificultades se concentran en la estabilidad de proteínas, viandas, vegetales y frutas; con soluciones en algunos territorios mediante la vinculación con las formas productivas y la autogestión efectiva”, dijo entonces.
Lo que evitó decir la funcionaria -o más bien dicho- lo que no podía decir, es que no hay números que ilustren el drama del hambre en Cuba, que tiene entre sus principales víctimas precisamente a quienes el SAF debía proteger. Si los “privilegiados” de un país donde privilegio es lograr tres comidas al día deben hacer malabares para conseguirlo ¿cuáles son las alternativas para quienes dependen de un estado que invierte más en hoteles vacíos que en su agricultura?
A los medios independientes les exhortó que se enfoque en los sistema de atención a las familias (SAF) y en vez de estar en chisme y chanchullo de farándula. #Cuba @CubanetNoticias @periodicocubano @eltoquecom @CiberCuba @CubaAdn @periodibarrio @diariodecuba https://t.co/jhYako5tqb
— Leandro Fernández 🇨🇺🇪🇸 (@el_loquito13) December 3, 2024