Nadie pone en duda que el desarrollo tecnológico es una de las mayores fortalezas de la humanidad, especialmente en manos de los nativos digitales. Sin embargo, como todo proceso, tiene su lado negativo. Y es que el facilitar funciones diarias trae aparejado que las habilidades físicas e intelectuales necesarias para llevarlas a cabo queden relegadas a un segundo plano. Precisamente una habilidad de suma importancia que ha ido perdiendo terreno entre la generación Z es la de la escritura a mano.
Como mediadora de la forma en que los seres humanos interactuan y se comunican hoy entre sí, la tecnología ha modificado las formas de hacerlo. En la era moderna la comunicación digital juega un rol predominante. De ahí que hoy se pueda expresar un sin fin de emociones por medio de emojis, gifts y memes. Además, los mensajes de voz resultan una herramienta muy usada para ahorrar tiempo. Mientras las videollamadas permiten un virtual “acercamiento” entre los individuos pese a las más largas distancias.
Y si estas nuevas vías coexistieran en el entorno comunicacional junto a la escritura a mano, no habría preocupación. No obstante, la realidad es que esta milenaria práctica- con cerca de 5 500 años-, está quedando obsoleta. En tanto, para añadirle sombras al tópico, el uso casi constante de teléfonos móviles, ordenadores y tablets, hace que cada día sea menos probable que su uso vuelva a retomar su posición en las relaciones sociales.
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Escritura a mano: ¿una práctica a punto de desaparecer?
Quién le hubiese dicho a Homero o Shakespeare que hoy sus obras podrían relatarse a través de “dibujitos” o ser versionadas por ChatGPT. Quién hubiese previsto que los grandes epistolarios quedarían para las memorias y la caligrafía solo interesara ya a un reducido grupo de personas. Quizá demasiado tarde los seres humanos estamos entendiendo que, literalmente, la habilidad de ecribir se está escapando de nuestras manos.
Lo peor es que no es solo una importantisíma práctica lo que estamos perdiendo, sino que sus beneficios también corren el riesgo de desaparecer. Diversos estudios han demostrado que la escritura a mano implica una activación de áreas del cerebro relacionadas con la memoria y el aprendizaje, que no se alcanzan tecleando. Además, aporta un mayor fluidez a la hora de expresarse y fomenta una mejor comprensión lectora.
Por el momento, aún se está a tiempo de que las nuevas generaciones no dejen perecer la escritura a mano. Para ello es imprescindible que los llamados a la reflexión y acción sean eficaces y lleguen de forma dinámica y atractiva. Solo así los hombres y mujeres del mañana podrán hacer uso de esta práctica y no conocer de ella solo a través de la historia.